Al presenciar nuestro sueño, lloramos,
Pese a creer que nuestros férreos corazones
No albergaban lágrimas.
Deseamos que el amanecer del destino
Tuviera un color distinto.
A fin de proteger algo (aún ahora),
Erramos por esta era que hemos llegado a comprender.
Corremos adelante, hacia la destrucción,
Con espadas irradiadoras de luz.
El mundo que presenciaste
Más allá de un arcoíris rojo,
Desapareció hace algún tiempo. Mas aún aguarda,
Durmiente, en el interior de los cielos.
Dentro de una llama que se abre cual flor
Nuestras imágenes permanecen inmóviles.
Sobre sendas forjadas para nosotros
Yacen helados los restos de sueños despedazados.
Quienes de nosotros permanecen
Empuñan la última pieza para conectar esta cadena oxidada.
Esa noche que presenciamos hasta el final
Ha imbuido nuestros filos de pálida luz lunar.
Me hallo queriendo proteger
El mundo con que soñaste—
El resplandor de nuestro camino
Al seguir corriendo hacia la luz.
Dejamos atrás los sentimientos
Al dispersarse nuestros corazones.
Pero mientras seguimos esta senda calcinada,
Nuestros numerosos sueños aún abrasan el cielo.
Algún día, nuestra llama alcanzará los cielos.