¿Qué es lo correcto? ¿Qué es la estupidez?
¡Ven que te lo enseñe!
De pequeña era una estudiante ejemplar
y cuando quise darme cuenta, ya era una adulta.
No tenía motivos para acarrear
pensamientos afilados como cuchillos.
Pero me falta diversión. Me falta algo.
Qué problemón, esto es culpa de alguien.
Ando confusa y sin rumbo.
¿Y qué esperabas?
Estar al tanto de las últimas tendencias,
comprobar el mercado bursátil de camino al trabajo,
entrar en una empresa con espíritu cándido…
Es la norma en esta sociedad.
¿Qué? ¡Cállate, cállate, cállate!
Estoy más sana de lo que crees.
Puede que con lo mediocre que eres
a ti te cueste entenderlo.
Ah, qué bien te sientan
todas esas melodías vacías.
¡Cállate, cállate, cállate!
¡Pensamos de forma muy distinta, así que no hay problema!
Dicho esto, yo soy alguien ejemplar.
¿Partir caras? No, gracias.
Prefiero apuntarte con palabras
Y abrirte con ellas un boquete en la cabeza.
¡Qué locura, ¿verdad?! ¡No puedo parar!
Sigue sin dejar de quejarte hasta morir,
hasta que tu espíritu se vuelve un sádico.
Qué pereza…
Rellénale el vaso al que se lo haya bebido,
acerca el plato a todos para que se sirvan,
pide otra ronda y la cuenta antes que nadie.
Es el mínimo de modales que se espera de ti.
¿Qué? ¡Cállate, cállate, cállate!
Cierra tu apestosa boca, ¡no te aguanto más!
Soy la voz definitiva de la sociedad actual.
¡Estoy harta de ver
como intentas camuflar tus palabras!
¡Cállate, cállate, cállate!
¡Voy a ponerle una “X” a esa cara sebosa!
¡Cállate, cállate, cállate!
¡Cállate, cállate, cállate!
Soy lo que se suele decir un genio.
¡Cállate, cállate, cállate!
Estoy más sana de lo que crees.
Puede que con lo mediocre que eres
a ti te cueste entenderlo.
Ah, me aburres.
¿Cuántas veces me has hablado de esos recuerdos?
¡Cállate, cállate, cállate!
Sé que yo tampoco soy para tanto, pero me da igual.
¡No hay problema!