Dejando atrás una ciudad familiar, me alejo más cada segundo que pasa.
A decir verdad, estaba asustado. Parecía que me estaba despidiendo de aquel día.
Me pides, gritando las palabras: “¡A por ello!”
Tu voz está temblando – De inmediato me di cuenta que estabas llorando.
Estoy buscando el viento que pasó a través de mi sombra, en ese entonces.
Las lágrimas fluyen y recurro a tu fortaleza para caminar hacia adelante.
Si pudiese volver a ser un niño de nuevo, me encantaría abandonar este sentimiento.
Estaba bien hace solo unos momentos… siento el dolor mientras soy atravesado por el tic-tac de las manecillas del presente.
El escenario reflejado en la ventana del tren tiene una expresión completamente nueva.
Todo ante mis ojos, ahora mismo, parece tan bellamente distante.
Poco apoco, “mi ciudad” se convierte en “mi ciudad natal”. Hay un nuevo viento pasando a través de mi sombra.
El dolor comienza a fluir. Un sonido supurado e inflamado, se desprende en todo mi cuerpo.
Probablemente desparecerá completamente algún día… pero no quiero dejarlo ir.
El día en el que nos despedimos, mi padre dijo: “Te veo luego”.
Me acabo de dar cuenta que olvidé decirle: “Gracias”.
Las lágrimas empiezan a fluir de nuevo y la voz que pensaba que mantendría bajo control está a mi lado, con mis recuerdos, simplemente observando.
Aún si utilizo las mentiras que los adultos siempre usan, no cambiará la respuesta.
Cada vez que nos embarcamos en un viaje, las buenas intenciones de alguien nos apoyan desde atrás.
Hay días que tú también has buscado. De pie en este nuevo lugar, he juntado las manos contigo.