Adiós… buenas noches… hasta otra…
Me despedí en el crepúsculo.
Sin saber dónde iría a casa,
Anduve sin más.
A fin de escapar de la lluvia helada,
Me apresuré a ir bajo la sombra de un árbol y dejé escapar el aliento de un instante,
Al caer en la oscuridad una luna menguante.
Espero poder recordar al instante tu cara sonriente,
Pero empieza a desdibujarse con mis lágrimas que caen…
Las noches en vela, alcé la vista al cielo,
Y el oscilante fulgor de la noche me hacía arder de amor.
Cuando cierro los ojos, hay un mar de recuerdos –
Me hundo profundamente, tendiendo la mano…
Miles de años, sin tregua, te esperaré.
Empujada por un viento helado,
Oigo los sonidos de hojas rumorosas –
Incapaz de entender sus palabras amasadas,
Mi cuerpo vuelve a temblar.
Las flores que cuentan su historia acaban marchitándose enseguida –
Deseo incesantemente algo al derrumbarme.
Incapaz de dormir, abrazaba mis rodillas,
Al aguzar la vista hacia el fragante espacio de oscuridad.
Si luego pudiera volver a ese bosque de soledad,
Me adentraría en él y cercenaría mi voz.
Incluso en medio de un invierno inmutable, esperaré la primavera.
Espero poder recordar al instante tu cara sonriente,
Pero empieza a desdibujarse con mis lágrimas que caen…
Las noches en vela, alcé la vista al cielo,
Conectando con mis dedos el polvo estelar esparcido,
Buscando las alas del Cisne de la Cruz, tiendo mi mano…
Miles de años, sin tregua, te esperaré.